La pandemia dejó al descubierto las enormes dificultades del fútbol doméstico y aceleró la desaparición de varios clubes. Rampla Juniors, La Aguada, Plaza Congreso y La Paloma ya se bajaron, algunos solicitando la desafiliación y otros la suspensión de afiliación, y hay dos o tres más que están prendidos con alfileres.

Faltan dirigentes y falta dinero para cubrir los gastos fijos de cada club, ya que pese a que hace más de un año que no hay fútbol en primera, los clubes han seguido pagando su afiliación a OFI y a la Liga Rochense, la que alquila una casa en el centro de la ciudad, teniendo que pagar además la luz, el agua, el teléfono, y alguna otra cosa, y cuando hay reuniones las hacen en el Centro Social Obrero. Increíble.
En momento de crisis todos se ajustan el cinturón, todos achican, menos acá. Por si fuera poco, se está planificando el año deportivo y se insiste en jugar en categorías con tres o cuatro clubes interesados, tal vez cinco. ¿No será momento de pensar en una reestructura adecuada a estos tiempos de dificultades?.
Los clubes son los responsables de cambiar esta realidad, clubes que por diferentes circunstancias han estado adormecidos y ahora parecen querer despertarse, manejando la posibilidad de conformar subcomisiones entre ellos para ir a golpear en algunas puertas que seguramente se les va a abrir, cosa que a otros no.
El fútbol domestico está perdiendo una preciosa oportunidad de recuperarse e incluso de avanzar, sin esperar al año viene cuando haya algunos cambios, pero para ello hay que barajar y dar de nuevo.